8: ¿Para qué te sirve evaluarte, si solo te enfocas en lo que logras?

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Hombre joven frente a su laptop, lee un libro con rostro de preocupación

¿Alguna vez has sentido que te has esforzado tanto, pero que no valió la pena porque no has alcanzado esa meta que te habías planteado?

Y entonces, te evalúas mal porque no cumpliste las expectativas.

En este episodio, te invito a cambiar el foco: de los resultados al proceso

Puedes reflexionar sobre las decisiones que tomas; cómo despliegas tus habilidades, usas tu experiencia y convocas a otras personas en el camino; y en quién te estás transformando. 

 

 

 

 

 

En distintos sectores de nuestra sociedad se habla de resultados, de la necesidad de demostrar lo que se ha logrado.

Desde el colegio, a veces, se premia a la persona que obtiene la mejor calificación o que escribe el mejor poema.  Entonces, tus resultados dependen de una medición externa o de un jurado calificador compuesto por personas que saben más que tú. 

Esto puede generar cierta tensión sobre qué debes demostrar en un momento dado, a ciertas personas, para sentir que sabes o que vales. 

Con el transcurso del tiempo, en estudios superiores o en tu centro laboral, probablemente has tenido que cumplir ciertos estándares para aprobar un curso, una certificación o incluso para obtener un bono por haber alcanzado ciertas metas. 

A mí me ha pasado en mis estudios y en varios trabajos que he tenido – cuando era empleada, recuerdo la evaluación de desempeño anual.

 

En términos formales, si hablamos de una organización, las evaluaciones son útiles para conocer cómo está avanzando (y los estándares son necesarios), para aprender de la estrategia seguida y para poder tomar decisiones. 

 

¿Qué implica una evaluación para ti, como persona?

Veamos dos casos extremos, de Héctor y Andrea, a tomar en cuenta cuando hablamos de estándares – que son puntos de referencia para valorar algo.

 

Evaluación por estándares externos

En un caso, Héctor se ha acostumbrado a ser evaluado por estándares externos y espera la retroalimentación de esa evaluación que le dirá qué tan bien lo está haciendo y si sus esfuerzos han sido suficientes. 

Su concepto de sí mismo, se podría ver afectado por “hacer” para cumplir expectativas externas. 

Y esto puede ocurrir no solo en estudios o trabajo, también en las relaciones interpersonales. Puede esperar la aprobación de sus padres, de su pareja o de un mentor “que sabe”.

 

Evaluación con alta exigencia interna

En otro caso, Andrea dejó de lado esos estándares externos y aprendió a definir los suyos propios. Entonces, con la lógica de evaluarse: planifica y evalúa. Y puede ser muy organizada al hacerlo. 

Si continuamente cumple, puede venirle la idea: “tengo que desafiarme y subir esos estándares”. 

Y cada vez se exige más y más. Incluso, podría asumir la identidad de una persona que busca la excelencia - lo puede tener escrito en su currículum vitae también. 

 

La situación de Andrea podría ser un poco similar a la de Héctor, ¿por qué? 

Ambos estarían enfocados en hacer para alcanzar más porque muchas veces recibimos la consigna de que “más es mejor”...

 

¿Has estado en esa lógica de evaluación por resultados, en tu vida? 

Yo estuve ahí, por mucho tiempo. Y entonces, no quería pensar en lo que me costaba llegar a esos resultados. Sí. Sentía que aprendía mucho, pero no lo valoraba lo suficiente.

Reflexionando ahora, pude haber disfrutado mucho más los distintos caminos que me llevaban a los resultados. 

Entonces, te propongo cambiar de foco:

 

¿De los resultados al proceso? 

Si tienes un proyecto valioso o has definido un cambio que deseas realizar en tu vida, con una meta definida, observa el camino que recorres para lograrlo (el “proceso”), no solo el resultado final.

Reflexiona sobre esas pequeñas decisiones que vas tomando porque encontrarás cosas que no habías previsto. Así es la vida, ¿cierto? Encuentras sorpresas y posibilidades. 

Además, en ese proceso, despliegas tus habilidades, usas tu experiencia y convocas a otras personas que te acompañan y apoyan. 

Y todo eso, tiene un significado para ti, en tu vida, más allá de los resultados. ¿Te habías dado cuenta?

Entonces, surge una nueva mirada, más allá de la meta definida o el resultado:

 

¿Quién eres y en quién te puedes transformar?

En lugar de pensar en los estándares, en el hacer para lograr más, te invito a ser consciente de ti como persona. 

Y al hacerlo, quizá esa meta cambie de manera natural porque cuando te enfocas en ti, puedes aprender desde adentro

 

Tu estándar nuevo sería:

“esto que me está pasando, ¿qué significa para mi vida?” 

 

O mejor dicho,

“Estas decisiones que estoy tomando, conociéndome mejor, ¿en quién me permiten transformarme?” 

 

Tu evaluación será más consciente, definida por ti.

Porque tú eres más importante que cualquier meta, que cualquier plan o que cualquier estándar que siga la lógica “hacer para lograr más”.

Tú puedes aprender siendo tú, una persona integral: mente, cuerpo, emociones, espíritu. Y tomarás las decisiones que te acercan a la persona que valoras ser.

 

En resumen 

Te propongo desaprender la lógica de “hacer para lograr más”, atreverte a conocerte mejor y aprender desde adentro.

Tu evaluación será consciente y flexible, valorando el proceso que te permite avanzar hacia tu propósito conectado a lo que valoras como el ser humano integral que eres.

Porque tú eres protagonista de tu vida. ¿Asumes el reto?

 

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